Se acerca el Carnaval y para muchos niños y niñas estos días de fiestas se convierten en días de miedo o verdadero terror. El miedo a los disfraces o el miedo a disfrazarse es algo muy común en niños y niñas. En muchas ocasiones, este miedo no tiene unas respuestas muy altas y suele acabar desapareciendo con el tiempo.
Escuchar el programa:
Sin embargo, en algunos niños y niñas podemos ver que el tipo de respuesta es muy desproporcionada y desadaptativa en relación al objeto del miedo. Es decir, entrar en pánico delante de un león real no es lo mismo que ante una persona disfrazada de león , pues en el caso del disfraz se trata de un miedo irracional, es decir, que no corresponde con un peligro real sino más bien imaginario. Si estas respuestas que ofrece la persona persisten y tienen repercusión negativa en algún ámbito de la vida del niño, por ejemplo, rechaza o evita ir a fiestas de cumpleaños, a fiestas de Navidad o incluso, en el cole pasa tensión si hay zona de disfraces, podríamos hablar ya de fobia específica y quizás no es mala idea buscar ayuda más profesional si vemos que genera sufrimiento y ya no sabemos que hacer.
Como en todas las emociones, en el miedo podemos observar 4 respuestas:
- Respuestas psicofisiológicas: se pone tensa su musculatura, puede comenzar a sudar a respirar más rápido, o a tener palpitaciones, etc.
- Respuestas conductuales: intenta huir, irse, esconderse, taparse o ponerse a llorar para conseguir alejarse de los disfraces.
- Respuestas cognitivas: pueden haber pensamientos de que la persona disfrazada es mala y peligrosa, que él o ella misma no puede defenderse o que la sensaciones corporales que tenemos nos van a producir algo negativo. Se piensa en formas de escapar de la situación poniendo excusas de cualquier tipo.
- Respuestas emocionales: puede expresar miedo, enfado o terror pero algunas veces también podéis ver que el niño o niña muestra enfado, rechazando la fiesta, diciendo que no le gusta, que son tontos los muñecos, aunque en el fondo es una forma de expresar el miedo que puede que les resulte más fácil. A veces a nivel social, se insiste tanto en que no hay que tener miedo, que hay que ser valiente, que son tonterías, que ya eres un niño grande… que al final los niños, y los no tan niños, buscan otra forma de expresarlo más aceptable para su entorno como puede ser el enfado.
¿ Cuáles son las posibles causas de estos miedos?
Razones biológicas
Por un lado, debemos tener en cuenta que existen ciertas cosas para las cuales, a nivel biológico, estamos preparados para que nos produzcan miedo, por ejemplo, cuando no vemos los ojos de la persona. Por esta razón, es natural que por supervivencia nos generen miedo las máscaras inexpresivas pues éstas no nos permiten intuir las intenciones de la persona que esta delante nuestra.
Edad del niño o niña
También, es importante tener en cuenta la edad. Hasta los 5 o 6 años la barrera entre la realidad y la fantasía es muy estrecha. Les puede resultar difícil saber que debajo del disfraz hay una persona amistosa o conocida. Aún recuerdo a mi hermano cuando era pequeño llorando aterrorizado mientras mi padre disfrazado de rey mago negro intentaba darle un regalo. Por más que quiso calmarlo desvelando su identidad, hasta que no se quito el traje y la pintura, el niño no pudo calmarse.
También puede ocurrir que el niño, si es muy pequeño, tenga miedo de disfrazarse el mismo. Esto puede deberse a que su propia identidad no está lo suficientemente asentada como para poder fantasear con otra y por ello el niño siente miedo perderse.
Por otro lado, cuando son más mayores la causa del miedo suele ser más un aprendizaje condicionado a cierta experiencia vivida o imaginada. Puede que hayan visto alguna película, escuchado alguna historia de miedo, les hayan gastado alguna broma con un buen susto, o simplemente, alguna acercamiento brusco e inesperado, por ejemplo, de un payaso por la calle etc.
¿Cómo podemos acompañar ese miedo infantil?
- El primer elemento fundamental es poder mostrarnos comprensivas/os. Debemos de ponernos en el lugar del niño/a, empatizar con su forma de sentir y respetarla. Es importante, desde mi punto de vista, intentar evitar frases que traten de desvalorizar la sensación de miedo, «si no hacen nada», «si es una tontería», «si tu eres valiente»… Por contra, debemos validar la emoción que el niño/a está expresando y mostrar calma.
- Si el niño o niña ya ha demostrado su emoción es importante, debemos permitirle que se aleje a un lugar que sienta seguro y no forzar a que siga enfrentándose en ese momento. Paciencia. Sé que a veces puede ser decepcionante pues los papas y mamas han preparado los disfraces con mucho amor o quizás una excursión a un parque temático creyendo que iba a ser una experiencia maravillosa y quieren tener la foto con el monigote de turno, pero lo que el niño en ese momento necesita seguramente sea poder sentirse seguro y tranquilo. Una vez estemos en este espacio seguro es cuando ya podemos abordar el tema.
- En un momento de calma, mejor en soledad, sin nadie que pueda juzgarlo, acerquémoslo al objeto del miedo con cuentos, historias con relación a cosas cómicas, tiernas, para crear otro nuevo discurso positivo sobre los disfraces. La idea es que pueda generar otra imagen positiva sobre el hecho de disfrazarse o de que las personas se disfracen.
- Luego se puede probar con ponerle en contacto con objetos de disfraces poco impactantes (evitar las máscaras): disfrazarse poco a poco delante de el niño para que nos vea, o disfrazar a un muñeco.
- A partir de ahí, podemos pasar a jugar a que él o ella se disfrace. Permitidle elegir el disfraz y tened un espejo cerca para que pueda ir siendo consciente de cómo se va transformando. Luego podéis jugar a que interprete el papel de su disfraz. Si hay juego de pilla pilla, o ataque, o lucha, permitidle que él o ella se pueda mostrar como el más fuerte sobre ti.
- Elegid lugares poco masificados para empezar un contacto fuera de casa. No empieces por lugares donde no sea fácil alejarse de los disfraces o donde haya mucha gente desconocida, o mucho ruido, que no permita la buena comunicación entre vosotros, ya que estás condiciones no ayudan mucho en general a estar en calma.
Y si la situación parece que persiste y las consecuencias en el día a día se hacen cada vez más visibles, siempre podéis pedir apoyo de un profesional que para eso estamos. Si el niño o niña está constantemente en situación de alerta cuando vais a algún lugar público, empieza a tener conductas que antes no tenía de dependencia o retraimiento notable, puede ser un buen momento para pedir ayuda.
Pero a pesar de todo esto, que no os asuste acercarle el mundo de los disfraces a vuestros niños y niñas ya que es un juego con muchos beneficios. A través del juego de disfraces se pueden expresar sentimientos bloqueados, vencer problemas de relación, miedos, se aprende a empatizar con el otro… También, es interesante observar mientras el niño o niña juega a disfrazarse, ya que nos ayuda a sentir cómo se percibe con adultos que viven con él, o con el o la profe del cole. Con esto no digo que su versión en la representación de ese adulto sea necesariamente la real, pero sí que es una buena forma de darnos cuenta de la relación que está viviendo con esa persona o ese entorno. Además, el disfraz y el juego de la representación también es son elementos que ayudas a asumir límites, a procesar la autoridad, a asimilar conflictos vividos negativamente y a fortalecer la autoestima.
Veronica dice
Me encanta la forma que tratais los temas .felicidades