6 CLAVES PARA FORTALECER EL SISTEMA INMUNE EMOCIONAL
Las emociones son invisibles pero se contagian como un virus. El ser humano es un ser social con un mecanismo innato para captar y ser influenciado por las emociones de las personas de su entorno.
En los últimos meses, el bombardeo publicitario sobre la pandemia se hace en clave de guerra, lucha, ataque y defensa, lo que ha llevado a un contagio emocional a escala mundial de miedo y ansiedad que se ha instalado en nuestras vidas con las posibles consecuencias negativas que pueda tener nuestra salud física y psicológica.
Por eso, me parece importante tomar conciencia de la visión del mundo que queremos que los niños y niñas tengan. La forma de percibir y sentir el mundo tiene un efecto directo en cómo resolvemos problemas, cómo nos relacionamos con los demás, cómo creamos, descubrimos, amamos, odiamos, construimos, etc.
Todos somos susceptibles en algún grado de contagiarnos emocionalmente, sin embargo, los niños y niñas tienen menos mecanismos para comprender las situaciones complejas de la vida
Vivir de forma permanente, como actualmente, con la visión de que el mundo exterior es peligroso y donde las otras personas, incluso tu familia, son peligrosas, e incluso, tú eres peligroso para las otras personas o vivir pensando que existe un peligro de muerte constante para ti o para las personas que quieres puede ser el inicio de la construcción de un sistema de pensamiento ansioso-depresivo. Si la triada del pensamiento YO- LOS OTROS y EL MUNDO son negativos, peligrosos o amenazantes, se vuelve una estructura de pensamiento automática y cristalizada y se convierten en un filtro, en una forma de percibir nuestras experiencias personales es muy probable que a largo plazo tengamos problemas de ansiedad o depresión.
Todos somos susceptibles en algún grado de contagiarnos emocionalmente, sin embargo, los niños y niñas tienen menos mecanismos para comprender las situaciones complejas de la vida y todos sus elementos y para poner límites entre lo que ellos sienten y lo que sienten mi madre o padre o mi profe y por eso, es más sencillo que este proceso de contagio emocional les suceda con más facilidad e intensidad y pueda afectar de forma permanente a la creación de su personalidad que está pleno desarrollo.
¿Qué es el contagio emocional?
El ser humano es un ser social y desde que nacemos somos capaces de captar a través de diferentes sentidos el estado emocional de la persona que nos rodean. ¿Os ha pasado que cuando estáis nerviosas el bebé no puede dormir? ¿Os pasa que el día que llegáis a casa o al aula, enfadados y ese día los niños se muestran más irritados y hay más conflictos? ¿Os sucede que cuando estáis de buen humor, el día con los peques fluye de otra manera?
Estas situaciones se producen por el llamado “contagio emocional”. Las personas expresamos el 80% de lo que queremos comunicar con el lenguaje no verbal, es decir, con nuestra postura, movimientos corporales, faciales, oculares, el tono y ritmo de la voz…Toda esta información la observamos de manera más o menos consciente, la escaneamos y registramos y nos hace conectar con la emoción que siente el otro.
Este contagio emocional se produce porque se activan las neuronas espejo que fueron descubiertas hace 20 años por Giacomo Rizzolatti. Estas neuronas explican porque nos ponemos a reír al escuchar reír a alguien, ponernos a llorar cuando vemos llorar a alguien o simplemente, bostezar cuando vemos que alguien bosteza. Si os interesa saber más sobre el funcionamiento de estas neuronas os aconsejo este programa de Redes.
El estrés y la ansiedad son contagiosos y dañan la salud
Todas las emociones, como la ansiedad o los estados de estrés, son respuestas adaptativas ante ciertas situaciones donde nuestro cuerpo se activa para poder responder ante una amenaza ya sea real o percibida. La respuesta de activación produce en el cuerpo una serie de sustancias como la epinefrina, adrenalina o el cortisol que preparan nuestro sistema de afrontamiento para poder dar una respuesta de huida o ataque y ayudar a nuestra protección y supervivencia cuando es necesario.
Sin embargo, la exposición de manera constante y prolongada a estos cambios bioquímicos en el organismo tiene consecuencias negativas para nuestra salud física como dolores estomacales, de cabeza, úlceras, debilita el sistema inmune y también, en la salud mental, ya que puede causar una serie de problemas psicológicos como la fatiga, el insomnio, trastornos de ansiedad y la depresión, entre otros.
Además, en el ámbito escolar, los niños y niñas que sufren estrés o ansiedad en la escuela se ha visto como el estrés se relaciona con problemas de aprendizaje, lenguaje, atención, etc.
¿Es lo mismo contagio emocional que empatía?
No, aunque muchas veces se confunden. La empatía es una habilidad que nos permite ponernos en el lugar del otro, comprender lo que siente, entender los motivos que le llevan a actuar de esa manera y conectar con sus emociones, sin embargo, en este proceso nuestro estado emocional permanece en nosotros, no se ve arrastrado por la emoción del otro.
¿Cómo podrías ayudar al niña que está triste llorando si al acercarte a ella te pusieras tu también triste con ella?¿Sería útil para ayudar a la peque a poder encontrar una nueva manera de enfocar lo que le ha sucedido y encontrar lo que necesita para salir de esa emoción? ¿Te ha pasado que intentando ayudar a calmarse a un niño enfadado que chilla has acabado tu también enfadado chillando? ¿Ha servido eso para facilitar que encuentre la calma el niño?
La empatía es la base para poder realizar relaciones de ayuda adecuadas, pues para poder acompañar las emociones del otro, sostenerlas y facilitarle la transición a otras emociones más equilibradas, necesitamos estar en calma con nosotros mismos.
Fortalecer el sistema inmune emocional de los niños y niñas
Como hemos visto, todos somos susceptibles en algún momento de sufrir un contagio emocional y vernos arrastrados por la emoción del otro. Sin embargo, los niños y las niñas están más influenciados por las emociones del adulto ya que es su referente para adaptarse a la vida (si mamá o papá tienen miedo, eso tiene que dar miedo) y además, están en proceso de desarrollo para construir su propio yo diferenciado de la madre y del resto, su propia personalidad, sus propias estructuras de pensamiento y poder alcanzar también su plena autonomía y autorregulación emocional.
Aquí van algunas ideas para ayudar a cuidar y fortalecer el sistema inmune emocional de niños y niñas para que puedan protegerse del contagio emocional de las personas que les rodean:
- Sé un modelo a seguir: A veces les pedimos a los niños un nivel de madurez emocional que ni siquiera nosotros tenemos. Por ello, el primer paso es ser conscientes de nuestras propias emociones adultas y aprender a gestionarlas. El niño o la niña aprende muchas estrategias de afrontamiento observando lo que hacen mamá y papá. Una creencia muy común en los niños más pequeños es que mamá o papá, son perfectos y por tanto no tienen miedo de nada o no se ponen tristes o se enfadan, por eso, compartir nuestras emociones puede generar experiencias de aprendizaje familiar muy interesantes.
- Nombra, acepta y valida sus emociones: Aprender a diferenciar nuestras emociones de las de los demás y hacernos cargo de ellas es todo un reto. Por eso, es importante ayudarles a poner nombre a las vivencias emocionales de cada niño y niña, además, de validar su derecho a sentirlas así como seguir mostrándoles nuestra aceptación incondicional esté expresando la emoción que sea. Es esencial separar sus emociones de tus emociones adultas para que cada cuál pueda coger la responsabilidad sobre su emoción, conectar con su necesidad y actuar en consecuencia. Cuidado con no diferenciar tu emoción de la del niño. Mensajes tan comunes como “me enfadas” o “ me pones triste” crean una falsa creencia a nivel emocional, donde la emoción que tu tienes depende del comportamiento del niño, es responsabilidad del niño que tu estés o no enfadado y no depende de ti mismo, esto lleva a la inversa a que cuando el niño se enfade será culpa de otros, de papá o mamá porque no hacen algo o del otro niño que no me da lo que quiero…
- Cuida los mensajes que envías: Reflexionar sobre la visión que queremos transmitir al niño o niña sobre el mundo, las otras personas o él mismo es importante. ¿Cuáles son tus mensajes sobre el mundo? Cuantas veces sale de tu boca “Eso es peligroso” “ te vas a matar” “ya verás como te caer” “ las personas son tontas” o “tu eres malo o eres peligroso” y un largo etcétera de mensajes diarios que envías tu o que le envían familia, amigos, vecinos…O por otro lado, los mensajes de información basura, sesgada, sensacionalista que ofrecen en muchos medios de comunicación. Aunque no podemos evitar todos y vivir en una burbuja quizás hay algunos que podemos ahorrarles a los más peques hasta que puedan tener una mente crítica y madura para poder recibirlos.
- Ayúdale a integrar y reconstruir una historia positiva con los mensajes que recibe Como decía, vivimos en sociedad por eso el niño o niña se va a ver expuesto a miles de mensajes más o menos acertados, más o menos coherentes y eso no se puede evitar a no ser que los metamos en una pequeña burbuja. Por eso, es importante trabajar la intimidad emocional, la confianza para hablar con el niño o la niña de cómo está viviendo, pensando y sintiendo las experiencias de la vida y poder reestructurar con él o ella, los pensamientos incorrectos, dramáticos o dañinos que puedan afectar a su autoestima o a su visión segura del mundo y de esta manera narrar la historia de lo que sucede en el mundo y a él o ella misma desde una perspectiva positiva.
- Focaliza la atención en lo positivo Una parte positiva del contagio es que los estudios demuestras que las emociones positivas se contagian antes que las negativas así que crear experiencias en ambientes donde se transmita calma, placer, alegría puede ayudar a compensar los efectos negativos de otros tipos de emociones que desgastan los recursos del corporales y mentales como la ansiedad o la rabia.
- Técnicas de gestión emocional: respiración, ejercicio físico, naturaleza, etc. Hay muchas formas de ayudar a un niño o niña a ir aprendiendo a autorregularse cuando una emoción intensa lo invade como aprender técnicas de respiración y relajación, hacer ejercicio físico, salir a estar en contacto con la naturaleza, la expresión musical, trabajar con cuentos, etc.
Andrea Salgado dice
Muy interesante y acertado este post. Muchas gracias por publicarlo.